Buscar este blog

lunes, 1 de abril de 2013

Francesca Woodman: retratos de una artista suicida.




Francesca Woodman: retratos de una artista suicida.


Francesca Woodman (Denver, 1958 - Nueva York, 1981) creció rodeada por el arte y los artistas. Hija de la ceramista Betty Woodman y el pintor George Woodman, su infancia transcurrió entre Boulder (Colorado) y Antella (en la Toscana italiana). Su formación se inició en un instituto privado de Massachusetts y continuó en la Rhode Island School of Design (RIDS). Tras dos años en la escuela, pasaría un año de intercambio en Roma como parte del programa European Honors en el Palazzo Cenci. Rápidamente se integró en un grupo de artistas ligados a la galería y librería Maldoror, siendo la única americana participante en una exposición de cinco jóvenes artistas en la Ugo Ferranti Gallery.

A finales de 1978, Woodman volvió a la RSID para finalizar sus estudios, graduándose en 1979. Ese mismo año se mudaría a Nueva York, estancia que interrumpiría para disfrutar de una residencia artística en la colonia MacDowell en Peterborough, New Hampshire. Francesca Woodman se suicidó el 19 de enero de 1981, con veintitrés años, cerrando así una trayectoria breve pero de una intensidad extraordinaria. Antes de saltar por una ventana del Lower East Side de Manhattan, en una carta a un amigo escribía las siguientes palabras: “Mi vida en este punto es como un sedimento muy viejo en una taza de café y preferiría morir joven dejando varias realizaciones… en vez de ir borrando atropelladamente todas estas cosas delicadas”.

Durante años, la obra de Francesca Woodman tuvo una difusión escasa, incluso entre la comunidad fotográfica. Su primera gran exposición tuvo lugar en 1986, cinco años después de su muerte, en el Wellesley College Museum. La muestra, que itineró por un gran número de museos universitarios en EE.UU. acompañada por un pequeño pero erudito catálogo con textos de prestigiosos historiadores del arte como Rosalind Krauss y Abigail Solomon-Godeau, consiguió catapultar póstumamente a Woodman a un nivel de atención poco común para una artista tan joven y oscura. Tras esa primera retrospectiva, el trabajo de Woodman ha sido exhibido en la Fundación Cartier de París (1998), itinerando por sedes como el Kunsthall (Rotterdam) o la Photographers Gallery (Londres). Su obra ha formado parte de diversas exposiciones colectivas y está presente en las colecciones del Metropolitan Museum, el Whitney Museum, el Museum of Modern Art-MoMA y la Fundación Cartier. Actualmente puede visitarse en el SFMoMA (San Francisco Museum of Modern Mart) una amplia retrospectiva que viajará al Museo Guggenheim de Nueva York en 2012.

En menos de una década, Francesca Woodman creó, antes de morir con tan solo 23 años, un potente conjunto de fotografías en el que exploró el cuerpo humano y el complejo problema de representación del yo.
Íntimo, directo y visceral, el trabajo de esta fotógrafa revela la inusual y coherente visión de una artista que, pese a no llegar a la edad adulta, ha influido considerablemente a posteriores generaciones de artistas. A Woodman le interesaba principalmente el retrato, y centró preferentemente su producción sobre la exploración despiadada de su propio cuerpo, habitualmente desnudo. Con un marcado carácter autobiográfico, sus fotografías la muestran en escenarios melancólicos, habitaciones en las que la artista retrata la soledad, el olvido y el paso del tiempo. Su figura, mostrada al desnudo en interiores destartalados y con cierto aire gótico, se mueve entre la aparición y la desaparición, la sexualidad y la inocencia. En algunos trabajos su cuerpo aparece borroso, en movimiento, escondido tras papel pintado. En otros aparece presa de ventanas o debajo de muebles, posando con objetos simbólicos o entreviéndose tras ropas andrajosas.

Inusualmente talentosa y precoz, la compacta carrera de Woodman muestra a una artista a punto de eclosionar. Sin ser todavía una mujer madura, tampoco se trata del trabajo de una niña inocente, su obra se mueve en un momento provisional y tumultuoso anterior a la verdadera madurez, siendo introvertido, experimental e incompleto.

El trabajo de Woodman se sitúa frecuentemente junto a la de sus contemporáneas Ana Mendieta y Hannah Wike, así como de artistas de generaciones posteriores como Cindy Sherman, Sarah Lucas, Nan Goldin and Karen Finley, debido a sus diálogos con el yo y la representación del cuerpo femenino.



http://www.youtube.com/watch?v=5i-b5OKL_Fw


http://www.youtube.com/watch?v=SeHGeHC5Ypg


Nota personal: Os dejo está entrada porque realmente me encanta está fotógrafa. La descubrí no hace mucho gracias a un amigo. ¡Espero que disfrutéis!

Nuria Molina
















1 comentario: